domingo, 10 de mayo de 2009

Abandó

El vell arbre mort al cor de la muntanya
precipita el seu cos
cap a l'abisme sense fons.
Llimat pel vent,
rentat per la pluja,
pelat per les tempestes,
ha travessat deu mil hiverns.
Taisen Deshimaru

2 comentarios:

Bramida dijo...

pero el árbol no está muerto
vuelve a la tierra
la nutre
se transforma
alimenta a la flor que ahora
es


dos mil inviernos no son cualquier cosa :)

José María Márquez Rufo dijo...

dos mil inviernos son un instante. Fugaz recuerdo de tu risa que me dura hasta que la médula se me seque... Y para eso no hay tiempo, que esta hecha de lo que lo compone todo, risa y memoria y mucho más. Y como tu risa, sus risas, ¿sabes de quién hablo? De aquellas inocencias que por serlo conquistaron existencias que ahora se suponen finiquitadas. ¡Qué engañadas están! Nunca salimos de ahí y me alboroza reconocerlo aunque el peso de los años, la enefermedad, la vejez y el aliento de la muerte próxima me quieran convcencer de lo contrario. Son nuestro fuel y lo sabíamos de la mejor masnera: sin saberlo. Éramos tan grandes que hemos olvidado
nuestra proporcion aterradora: por eterna. Lo mejor es verte y despues entrelazarme con tus brazos sin pregunatarte nada, sin dejar que me preguntes... ¡Tanta luz!